El séptimo sello de la discoteca

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sábado, 18 de enero de 2014

Oldboy - Park Chan-wook (2003)

Me ha costado entrar en el juego que plantea aquí Park Chan-wook, pero cuando he accedido, todo ha cambiado de medida. Oldboy es caos, su atmósfera sordidez y su guión de lo más retorcido. Precisamente por eso. Destaco la originalidad y la irrupción de una violencia que no la desmerece, una violencia que tiene ritmo, una cadencia envolvente que llega a parecer hermosa. Una manera diferente de narrar, de filmar, de desgranar una historia y darle continuamente giros que la van enriqueciendo hasta llegar a un post-final que nos hace un regalo en forma de vals de cierre. Tal vez eso ha culminado el efecto hipnótico y ha hecho que me dejara arrastrar finalmente, en una esfera de sensaciones que sólo logro traducir como un cerebro deshaciéndose en el tambor de una lavadora. Junto con la ropa sucia. Es diferente, pero a la vez nos recuerda a algo. Es una historia de venganza, pero deja en segundo plano la venganza. Es la búsqueda de una verdad que, en ocasiones, deberíamos dejar de perseguir por nuestro propio bien. ¿Qué es peor, una verdad despiadada o la incertidumbre? ¿Qué es peor, no saber cuánto tiempo va a durar nuestro encierro en esta prisión o saber que va a prolongarse durante quince años? ¿Qué es peor, la eterna estancia en la jaula... o descubrir que el mundo es únicamente una cárcel más grande? Oldboy convierte esos interrogantes en una sencilla y efectiva oda al olvido.


8

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